lunes, 5 de mayo de 2008

Muerte simulada del poeta


En las ultimas hora que marca el reloj,
yace en la cama aquel poeta.
Aquel hombre enfermo
de amor-vida.
Aquel que con el alma nos convido
pedazos de cielo,
refucilos de pasión,
y alegre melancolía.

Que sería del pequeño grillo sin su canto,
y que será de nosotros, pequeños;
en el momento en que el mundo
roba un rayo de sol
y que el viento se lleva
cualquier tristeza y nostalgia,
que se apiade y no arrebate
tu magnifica poesía.

Si llora tu Montevideo o
nuestro Buenos Aires,
si te llora el Río de la Plata y
también aquel solitario enamorado,
que sorpresa hay entonces
que al caer la luna
no serás jamás olvidado,
querido Mario.

Perseguido y también exiliado,
solo, tan solo, por escribir
con la verdad y el corazón en la mano.
Poeta de la letra justa, del amor exacto.
Caminante de los versos divinos, perfectos.

Ahora que el acto de los años intentan
bajar su telón, que la rastrera muerte acerca
su filo sobre tu aliento.
Ahora también que el descanso
de tus obras por las bibliotecas
de América Latina, es tan joven
como siempre, como ahora.

Es bueno saber que todo es mentira,
que ni la luna te opaca y
que ni el viento se acerca.
Es bueno saber que aun cuento contigo,
no hasta a uno, ni hasta dos,
sino hasta siempre.
El poeta no muere, simula y escribe.

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